jueves, 12 de julio de 2012

apuntes de las nuevas guerras


Un libro de Gene Sharp, traducido a 30 idiomas es la nueva Biblia de los desestabilizadores.
Un motín policial en Bolivia pareció ser la antesala de un golpe de Estado contra el gobierno de Evo Morales. El conflicto comenzó el 18 de junio con una huelga de mujeres de policías y continuó con un alzamiento de los uniformados de baja graduación. Hubo todo tipo de desbordes, incluyendo el saqueo de una oficina de inteligencia, destrucción de cuadros presidenciales pistola en mano e insultos a Evo Morales, llamado “pisacoca” por los amotinados concentrados amenazantes frente al Palacio Quemado.
La asonada policial no pasó a mayores, pero diversos analistas coinciden en que se estaba construyendo un escenario para un golpe de Estado “suave”, una nueva modalidad de desestabilización fabricada en los laboratorios de la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) que ya ha sido experimentada en Europa del Este y Venezuela. Esta recreación del golpe como método para interrumpir procesos de amplia participación popular, ha sido concebida por intelectuales como el politólogo estadounidense Gene Sharp, autor de una biblia de desestabilización que ha sido traducida a 30 idiomas. Concebido como un manual de autoayuda para la desestabilización, los consejos de Sharp implican la puesta en marcha de varias fases, desarrolladas incluso simultáneamente, que van desde el ablandamiento, deslegitimación, calentamiento de la calle, hasta la fractura institucional.
La estrategia golpista –basada en el opúsculo de Sharp De la dictadura a la democracia– se ejecutó con éxito en el derrocamiento del presidente georgiano Eduard Shevarnadze, en noviembre de 2003, y la ascensión al poder de Viktor Yuschenko en Ucrania, en diciembre de 2004.
En América latina la estrategia del “golpe suave” se ha registrado a través de cinco modalidades. Ha triunfado en Honduras (2009) y Paraguay (2012), pero ha fracasado en Venezuela (2002), Bolivia (2008 y 2012) y Ecuador (2010).
Según el periodista Hugo Moldiz Mercado, la policía boliviana se ha convertido para la embajada de Estados Unidos en otro de sus factores principales para la subversión desde que fracasó el intento de la derecha de involucrar a las fuerzas armadas en sus planes desestabilizadores durante el período 2006-2009.
Esta estrategia hacia el aparato encargado de garantizar el orden público interno –que históricamente ha tenido una relación carnal con la CIA, la DEA y el FBI–, se maneja por control remoto desde Buenos Aires. Ocurre que luego de varias expulsiones de personal militar y de la DEA de Bolivia, Venezuela y Ecuador por injerencia en los asuntos internos y actividades de espionaje, muchos de esos funcionarios han sido reasignados en la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, que ya no cuenta con espacio físico para tantos militares y agentes antidrogas.
Para todos esos oficiales de las diversas ramas de inteligencia estadounidense que –tras ser expulsados de sus destinos originales–, hoy se disputan los escritorios y los sillones en Buenos Aires, el libro de Sharp es un credo. La experiencia de Ucrania, Georgia, Venezuela, Ecuador y la de Bolivia, que experimentaron la fuerza del “golpe suave”, confirma el uso que los conductores de la desestabilización hacen de climas construidos por medio de la manipulación de criterios informativos.
El politólogo Gene Sharp, al que se le atribuye la autoría de la estrategia detrás del derrocamiento del gobierno egipcio, propone 198 “armas no violentas”, las que van desde el uso de colores y símbolos hasta funerales simulados y boicots.
Sharp ha tenido que enfrentar acusaciones de pertenecer a una organización de fachada de la CIA y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, utilizó su programa semanal para advertirle al país que Sharp era una amenaza a la seguridad nacional.
Su contribución al derrocamiento de Slobodan Milosevic, en Serbia, en 2000, lo catapultó a toda Europa del Este, Sudamérica y Medio Oriente. De acuerdo con Sharp, la estrategia del “golpe suave” puede desarrollarse por etapas jerarquizadas o simultáneamente de la siguiente manera.
1ª etapa: ablandamiento, empleando la Guerra de Cuarta Generación: desarrollo de matrices de opinión centradas en déficit reales o potenciales, cabalgamiento de los conflictos y promoción del descontento, promoción de factores de malestar, entre los que destacan: desabastecimiento, criminalidad, manipulación del dólar, lockout patronal y otros, denuncias de corrupción, promoción de intrigas sectarias y fractura de la unidad.
2ª etapa: deslegitimación: manipulación de los prejuicios anticomunistas, impulso de campañas publicitarias en defensa de la libertad de prensa, derechos humanos y libertades públicas, acusaciones de totalitarismo y pensamiento único, fractura ética-política.
3ª etapa: calentamiento de la calle: cabalgamiento de los conflictos y fomento de la movilización de calle, elaboración de una plataforma de lucha que globalicen las demandas políticas y sociales, generalización de todo tipo de protestas, exponiendo fallas y errores gubernamentales, organización de manifestaciones, trancas y tomas de instituciones públicas que radicalicen la confrontación
4ª etapa: combinación de diversas formas de lucha: organización de marchas y tomas de instituciones emblemáticas, con el objeto de coparlas y convertirlas en plataforma publicitaria, desarrollo de operaciones de guerra psicológica y acciones armadas para justificar medidas represivas y crear un clima de ingobernabilidad, impulso de campaña de rumores entre fuerzas militares y tratar de desmoralizar a los organismos de seguridad
5ª etapa: fractura institucional: sobre la base de las acciones callejeras, tomas de instituciones y pronunciamientos militares, se obliga la renuncia del presidente.

miércoles, 20 de junio de 2012

Apuntes de las ecoguerras



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"Las eco-guerras, una realidad

por Andrés Repetto | 05.02.10
El secretario de defensa de los Estados Unidos, Robert Gates, advirtió que uno de los mayores desafíos para las Fuerzas Armadas será hacer frente a los desastres medioambientales y los conflictos en torno a los recursos escasos. El Pentágono deberá tener en cuenta futuras operaciones que tomarán como escenario, entre otros, la crecida del nivel de los mares, enfermedades e inmigraciones masivas en busca de recursos.
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El Pentágono de los EE.UU. ya está advertido de que los mayores desafíos para las Fuerzas Armadas será hacer frente a los desastres medioambientales y los conflictos en torno a los recursos escasos - AP
Esta semana, el secretario de defensa de los Estados Unidos, Robert Gates, presentó ante el Congreso de su país la nueva estrategia del Pentágono. En ese informe se anunció que, en el futuro, los militares no tendrán como prioridad el poder llevar adelante dos guerras abiertas al mismo tiempo con la presión de tener que ganarlas.

Gates dejó en claro que esto no es algo que esté acorde con los tiempos que se viven. El Pentágono aseguró que deberá prepararse para enfrentar distintos conflictos de variada intensidad en diferentes regiones del planeta. 

El secretario de defensa advirtió que uno de los mayores desafíos para las Fuerzas Armadas será hacer frente a los desastres medioambientales y los conflictos en torno a los recursos escasos.

Si la idea no estaba clara, decidió ser más preciso y aseguró que el cambio climático será un acelerador de inestabilidad, por lo que sugirió que el Pentágono deberá tener en cuenta futuras operaciones que tomarán como escenario, entre otros, la crecida del nivel de los mares, enfermedades e inmigraciones masivas en busca de recursos.

La advertencia ya fue hecha. Públicamente, la potencia militar más importante del planeta ató su destino a los escenarios futuros planteados por los científicos de las Naciones Unidas, sobre cómo el cambio climático nos está afectando y nos seguirá afectando en los próximos años.

SABIAS PALABRAS
Las advertencias hechas por los científicos de la ONU son entonces tomadas como ciertas, reales y concretas por los estrategas militares estadounidenses. Esto debería generar aún más presión sobre aquellos que, en base a sus estudios, nos están advirtiendo qué es lo que ocurrirá en las próximas décadas. Ya no sólo para que los seres humanos tratemos de torcer el rumbo de lo que parece un barco en dirección a un iceberg, sino además, porque el futuro planteado ya está desatando las eco-guerras, al menos, en los tableros de las grandes potencias militares.

Desde hace años, distintos analistas vienen advirtiendo que los conflictos ya no serán por el petróleo sino por otros recursos naturales escasos, como el agua. ¿Y si las proyecciones emitidas durante los últimos años sobre los efectos del cambio climático en la Tierra están equivocados? O lo que es más preocupante, ¿si fueron  modificadas, o exageradas?

A partir del 11 de septiembre, la llamada lucha contra el terrorismo fue el eje de la política militar de los Estados Unidos, dada la catarata de informes apocalípticos en torno al cambio climático y sus consecuencias, sumado a los expresados pública y abiertamente por el secretario de defensa Gates, el miedo y la amenaza terrorista podría comenzar a ser reemplazada por algo diferente y de nueva temática.

Quienes ven la mano oscura de la manipulación de las cifras, señalan con fuerza cuando surgen escándalos como el informe de las Naciones Unidas en el que se sostenía que los glaciares del Himalaya iban a desaparecer en el año 2035, cuando luego de una denuncia periodística, sus creadores reconocieron que en realidad el año era el 2350.

Sin embargo, son miles los científicos que adhieren a los informes del panel intergubernamental de la ONU y alertan sobre las consecuencias que el cambio del clima genera sobre la Tierra.

El jefe de la agencia climática de la ONU, Yvo de Boer, aseguró que los escándalos recientes sobre los datos del clima son lamentables, pero no desacreditan la posición de que la Tierra se está calentando y los seres humanos deben actuar. "Lo que sucedió es lamentable, está mal, es un error, pero no creo que perjudique la ciencia básica", afirmó.

Todas estas declaraciones y rectificaciones se dan poco antes que los ministros ambientales de Brasil, Sudáfrica, India y China se reúnan en Nueva Delhi para discutir cómo combatir el calentamiento global.

Las cuatro naciones, que mediaron un acuerdo político con el presidente estadounidense Barack Obama en la cumbre sobre el clima de Copenhague en diciembre, desempeñarán un papel clave para elaborar un acuerdo obligatorio que la ONU espera completar para fines de 2010 en México.

Mas allá de la cadena de errores en distintos trabajos climáticos, lo concreto es que el futuro está cada vez más cerca de la ciencia ficción. Y todo, como en un película de mala calidad, está a la vista.

Peligrosamente, todo se mezcla en los escenarios planteados por los expertos de las Naciones Unidas y por los militares del Pentágono para jugar una nueva partida con la vida de millones de personas y el lugar donde vivirán nuestros hijos: la Tierra."