martes, 31 de agosto de 2010

Apuntes de sociologia de la guerra

¿Ante una nueva forma de hacer la guerra?


por el Cnl Carlos Pissolito.



1. INTRODUCCION


Al finalizar la denominada Guerra del Golfo muchos fueron los analistas militares que hablaron de una revolución en el viejo arte de hacer la guerra comparable con el surgimiento del carro falcado o más recientemente de las armas atómicas. Para ellos el intenso empleo que se había hecho de determinados artefactos bélicos, como las municiones inteligentes o el navegador satelital, le habría proporcionado la evidencia que necesitaban para sostener tal afirmación. Hoy, a pocos días de la finalización de la batalla principal de la 2da Guerra del Golfo surgen las mismas ideas asegurando que esta vez no sólo nos encontramos ante la reedición de un éxito militar sino ante un nuevo cambio categórico en los asuntos militares. Aparentemente del mismo sentido que el anterior; pero con una intensidad tal que lo permite colocar en el Olimpo de las revoluciones militares.

¿Pero es esto realmente así? ¿O simplemente se trata de otra vuelta de tuerca a lo que ya Clausewitz denominara como el carácter caleidoscópico de la guerra? Para nosotros, realistas empedernidos creemos que además de no haber nada nuevo, más bien nos encontramos ante una reedición de guerras pasadas, sólo que ahora los gadgets han sido mejores. Seguramente muchos lectores encontraran esta afirmación como temeraria. En las próximas líneas intentaremos probar que no estamos equivocados.

2. DESARROLLO


a. La doctrina militar y las culturas: Sin despreciar el valor que tienen los gadgets, es decir la tecnología aplicada al equipamiento militar; creemos firmemente que las guerras las ganan los soldados o más precisamente sus comandantes, ya que es el comandante el responsable de diseñar la maniobra que sus tropas tendrán la tarea y los riesgos de ejecutar. En tal sentido esta maniobra siempre encontrará límites precisos que un comandante no podrá vulnerar impunemente. Uno de estos límites será seguramente la tecnología militar disponible; pero existen otros aún más determinantes como la moral y el adiestramiento de sus fuerzas, las características e intenciones del enemigo y la naturaleza del ambiente operacional donde se desarrollan las operaciones. Si hubiera que elegir de entre estos elementos uno solo, nuestra elección sería por la moral y el adiestramiento; ya que probablemente sean los únicos factores que un comandante pueda cambiar; pues los otros son más o menos fijos. Hablar de moral y de adiestramiento es también hablar de la doctrina militar que los forjo.

¿Pero qué es una doctrina militar? En pocas palabras es el software que permite manejar el hardware, es decir los “fierros”, de la guerra. No siempre el hecho de disponer de mejor equipamiento ha sido garantía de éxito; ya que sólo cuando éste ha sido correctamente empleado, en el marco de una doctrina militar adecuada, es que se han obtenido los resultados deseados. Una prueba de ello es el hecho que durante la campaña de Francia de 1940, tanto Aliados como alemanes tenían una cantidad equivalente de blindados, solo que los germanos acertaron al emplearlos reunidos en un solo punto, porque esto era lo que enseñaba su doctrina, y no dispersarlos como hicieron los galos.

¿Pero de dónde surge una doctrina militar? Esta pregunta es más compleja y exige algunas precisiones previas. En principio valga definir a la doctrina como un todo prescriptito que basado en principios inmutables orienta al comandante a tomar decisiones circunstanciales. Los principios que gobiernan una doctrina militar están estrechamente vinculados con una cultura que los cobija y que en definitiva de la forma. (definitiva los forma, o les da forma)

b. Occidente y el Islam: Por ejemplo, en referencia al conflicto que nos ocupa: el estilo occidental de hacer la guerra se basa en la ética del honor personal, a su vez derivada del combate singular iniciado por la falange griega hace tres milenios. Otra característica cultural importante en la forma occidental de hacer la guerra es el valor que ésta le asigna al adiestramiento y a la tecnología como multiplicadores del poder de combate.

Durante los siglos XIX y XX los éxitos de las armas occidentales llevaron a que otras sociedades, como la turca o la japonesa, se asimilaran a este estilo de combate; mientras otras tantas se mantuvieron fieles a sus tradiciones ancestrales. Tal es el caso de las islámicas que han mantenido su particular estilo de hacer la guerra; que es algo diferente y separado de la forma occidental, más basado en la evasión, la demora y caracterizado por su aproximación indirecta. También han existido casos de imitación imperfecta, como parece ser el iraquí, donde formas occidentales, como las divisiones de la Guardia Republicana, han convivido con otras más ancestrales, como los Fedayim Saddam. Fueron las huestes de Mahoma quienes introdujeron la fuerza de la ideología en el arte de la guerra. El origen está en el Islam, una religión que tiene por credo al conflicto, que cree en la necesidad de someter a otros a sus verdades reveladas y en la necesidad de hacer la guerra a quienes se le oponen. Específicamente, la guerra santa, denominada jihad, es su quinto pilar y existe a partir de la orden del Profeta de convertir al mundo entero a la fe de Ala. Desde un punto militar, los musulmanes no consideran que haya indignidad en retirase en medio de una batalla, en tanto y cuanto retengan su fe en la victoria final. Conviene tener presente que a pesar de su primitivo estilo de lucha los ejércitos árabes tuvieron gran éxito en sus guerras contra los organizados y bien adiestrados ejércitos bizantinos, y eventualmente conquistaron uno de los mayores imperios de la historia universal.

c. La doctrina militar de los EEUU: Sin lugar a dudas son hoy los EEUU la mayor potencia militar del mundo; y como tales encarnan los valores y los vicios de la forma occidental de hacer la guerra. El origen de la actual doctrina operativa de los EEUU hay que rastrearlos en la década del 70 ante la necesidad de enfrentar en las llanuras centroeuropeas a las masas blindadas del Pacto de Varsovia. En esa oportunidad y ante su manifiesta inferioridad numérica los EEUU, no sin un largo debate, decidieron adoptar lo que se denominaría como la “Batalla Aeroterrestre” o “Air-Land Battle 2000”. En aras de hacer breve una larga historia, estas ideas no eran otra cosa que la reedición de la doctrina de la guerra de maniobras ejecutada por las fuerzas alemanas con todo éxito durante la 2da Guerra Mundial. Al margen de este débito intelectual, la imposibilidad política de los EEUU para emplear armas nucleares tácticas sobre el territorio de sus aliados europeos, los llevó a perfeccionar sus municiones convencionales para que causaran efectos similares a los de las primeras. Este fue el origen de las hoy famosas armas inteligentes. Disuelto el Pacto de Varsovia tras la caída del Muro de Berlín la mencionada doctrina no pudo ser sometida a la suprema prueba de la guerra; hasta que a principios de los 90 la invasión de Kuwait por parte de Irak, les diera a los EEUU la oportunidad de hacerlo en un terreno ideal, con los resultados por todos conocidos.

Concluida con éxito la 1ra Guerra del Golfo, no todos se quedaron tranquilos con lo que parecía ser la validación de una costosa doctrina militar. Por el contrario, alertaron sobre el hecho de que las próximas guerras no tendrían un formato convencional tan conveniente para la superioridad tecnológica demostrada por Occidente. Muy por el contrario, algunos comenzaban a hablar de las denominadas guerras asimétricas, en las que insurgentes locales o terroristas internacionales sin buscar un enfrentamiento frontal estarían en condiciones de infligir a su enemigo importantes bajas.
Coherente con estas nuevas amenazas el Ejército de los EEUU modificó recientemente su arte operacional basado en la denominada doctrina Weinberger-Powell por otra más amplia, conocida como de “las operaciones de amplio espectro” que, a la vez de mantener el ethos de la “batalla decisiva”, reconoce la necesidad de ejecutar “otras operaciones diferentes a la guerra”, como lo son las misiones de paz. El nuevo manual amplió la visión del Ejército más allá de la guerra convencional y lo preparó intelectualmente para las campañas asimétricas del presente. Sin embargo no son pocos dentro y fuera de las FFAA los que se oponen a esta concepción por considerar que desvirtúa la naturaleza misma de una fuerza militar. Estas discrepancias se encuentran en la base de las polémicas que han rodeado y todavía rodean los planes operativos de los EEUU en las recientes campañas de Afganistán e Irak; así como los planes futuros de reestructuración de sus FFAA. Esta doctrina no es nueva ya que en época tan temprana como 1940 el Cuerpo de Infantería de Marina de los EEUU, había publicado el Small War Manual donde sintetizaba las lecciones aprendidas en más de 180 intervenciones en ultramar ocurridas entre 1800 y 1934. En esta particular guía práctica se remarcaba la importancia de ganar los corazones y las mentes de las poblaciones donde las operaciones tengan lugar, así como el respeto que las tropas deben evidenciar por las costumbres y tradiciones locales. También, el manual le asignaba una gran importancia al rol que el Departamento de Estado debía jugar una vez que cesan los combates principales para restablecer la administración y el gobierno del territorio ocupado. .

d. Del dicho al hecho: De acuerdo con la nueva doctrina las fuerzas militares de los EEUU operaron correctamente en Afganistán, derrotando a un enemigo evasivo a un mínimo costo, gracias a su correcta doctrina operacional, que incluyó la cooperación de tropas locales y el empleo intensivo de fuerzas especiales y de tropas de infantería ligera, entre otros aciertos. Desafortunadamente, una vez concluidos los combates principales, y contra el asesoramiento de los expertos de varios países, los EEUU limitaron el rol de la subsiguiente operación para el mantenimiento de la paz a la ciudad capital de Kabul, permitiendo que el enemigo escapara y se reorganizara . ¿Cuáles han sido las causas de este error de apreciación estratégica? Creemos que estas derivan del apego de algunos miembros de la administración Bush al viejo paradigma de las grandes batallas propuesto por la doctrina Weinberger-Powell. Por ejemplo, durante la campaña presidencial de 2000, la actual Asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, se quejó de que tropas de los EEUU fueran malgastadas escoltando a alumnos de jardín de infantes, en referencia al rol de la FFAA de su país en la campaña de Bosnia. En el mismo sentido, es bien conocida la hostilidad del propio presidente, especialmente contra las misiones de transición denominadas “peace-building” o “nation-building”. Aparentemente, la mencionada hostilidad se basa en la extendida opinión, entre algunos asesores del presidente, de que las FFAA no tienen necesidad de llevar a cabo este tipo de tareas y que deben estar sólo disponibles para librar grandes batallas. Sin embargo, los hechos parecerían demostrar que en los actuales conflictos asimétricos el hecho de ganar la paz es igual de importante al hecho de haber ganado la guerra precedente.

Sin solución de continuidad los EEUU decidieron extender su guerra contra el terrorismo hacia el agonizante régimen de Saddam Hussein. Donde su objetivo estratégico es instalar en Bagdad un gobierno democrático y extender sus virtudes pacificadoras sobre otros estados promotores del terrorismo como Siria, Irán y la propia Arabia Saudita. Juzgar las posibilidades y las consecuencias de este enorme proyecto no es el objeto del presente artículo, pasemos a lo táctico. Es en este campo que una vez más – a través de las cámaras de TV, fuimos testigos de la asimetría de los combates: cada vez que las unidades estilo occidental de la Guardia Republicana iraquí pretendieron combatir frontalmente a las divisiones de los EEUU fueron pulverizadas; muy distinto fue el resultado obtenido por los coches bombas y los ataques suicidas que con muy pocos recursos infligieron bajas . Hasta donde sabemos ha sido fácil para las armas de los EEUU ganar la fase convencional de esta guerra, aunque existe el peligro que se cometan los errores que están llevando a dudar de una paz duradera en Afganistán. ¿Puede ser este escenario posible? Trataremos de responderlo con nuestras conclusiones



3. CONCLUSIONES

Un escenario donde los EEUU no alcanzaran el éxito total puede parecer lejano y hasta descabellado; ya que la opinión generalizada es que las inmensas capacidades militares de una hiperpotencia le asegurarán una rápida y fácil victoria. Sin embargo, como nos demuestra la historia, el lado débil de una confrontación asimétrica puede que sólo controle recursos militares muy limitados; pero también es cierto que es muy poco lo que las denominadas armas inteligentes pueden hacer ante la decisión del martirio. Las derrotas del Imperio Romano en Teotoburgo, del Imperio Español en las guerras de la Independencia Americana, de los ejércitos de Napoleón en España, del francés en Indochina y en Argelia, de los EEUU en Vietnam y en Somalia; así como de los rusos en Afganistán y en Chechenia, son buenos ejemplos de como hasta los imperios más poderosos pueden fracasar en pequeños conflictos periféricos.

Las formas de hacer la guerra han cambiado desde la era de la guerra total apoyada por Estados-Nación industrializados que comenzó con la guerra de secesión norteamericana y que duró casi todo el siglo XX. Sucede que dentro de los estrechos límites de la concepción occidental somos incapaces de reconocer un fenómeno alternativo como el que plantean las amenazas asimétricas, hoy basadas en la tradición militar ancestral del Islam. Por lo tanto, debemos admitir que pueden existir otras formas de hacer la guerra que sirven a sociedades, tanto para defenderse a sí mismas o extender su poder, si este fuera su objetivo. Por esta razón, la guerra ya no admite ser considerada en forma unívoca, donde un único patrón cultural es uniformemente replicado y copiado por otras sociedades.

Finalmente, nos quedan sin resolver numerosos interrogantes estratégicos, que sin ser nuevos se le plantean hoy a los EEUU; y que al igual que otros imperios que llegaron a la Mesopotamia, están descubriendo que mantener y ejercer el poder es algo muy diferente a conquistarlo; pero como ya lo dijera Kipling eso es otra historia.

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